domingo, 24 de octubre de 2010

Paralelismo de los acontecimientos


Se puede despertar para morir. Y además bañarse, elegir la ropa, ponerse perfume, observar  los detalles en el espejo, sonreír a la imagen del espejo.   Se puede salir de la casa con paso apurado y caminar cada vez más rápido para llegar a tiempo a la cita.   Se puede mirar el reloj, los minutos que pasan, calcular el tiempo perdido en el semáforo, el infortunio de una anciana caminando adelante.  
Se puede llegar al bar, pero antes dar un último vistazo en la vidriera de la zapatería, y volver a sonreír de la misma manera que en el espejo del baño.  Se puede pensar que estamos solos, creer que nadie nos está mirando, y entrar al bar donde Paula nos espera.   Se puede elegir una mesa junto con Paula que lleva un libro de poesía abajo del brazo y un saco de hilo de nube blanca. 
Podemos sentarnos al lado de la ventana para mirar con ternura la gente que transita, revolver el café pacientemente, sentir el ardor de una bala que perfora el vidrio y los pulmones. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sé si comentarte lo del angelito de yeso y sus alas inasibles volando desde la bucólica estancia, o del ardor de la bala que nos atraviesa la vidriera de lo cotidiano. Pero te escucho, amiga, ahí estás, en tus palabras, como siempre.